¿Neofobia?

- ¿Quién es? - Preguntó.
Mientras tiritaba inocentemente en la oscuridad.
La puerta se entreabrió.
- ¡Atrás! - Tartamudeó - ¡Atrás! - Gritó...
Como un espía silvante, el viento penetró en la habitación;
destendió la cama, rompió un collar y una novela mezcló.
- ¿Qué quieres de mi? - Murmuró, tapándose la cara
con ambas manos, aún impidiendo respirar.
Tardó en reaccionar, pero una respuesta silbó.
Su corriente vespertina, derribó su cuadro,
¡el del corredor!
Su cristal en miles rompió, en añicos terminó.
Su marco partió al caer y una huella dejó.
Tembló una vez más de pavor. Decidido.
Levantóse de su lugar y dando grandes zancadas
la cortina tomó... y la ventana cerró.
Pero el viento seguía en la habitación. Silvando, campante.
Apropióse de la habitación decolorada y una manta levantó.
¡Qué sentir! ¿Por qué llorar?
Rompió en sollozos y echó a girar.
El picaporte cayó. No había salida visible.
- ¿Qué quieres de mi? - Preguntó.
Y el viento dubitativo silvó, tan fuerte
que sus gritos ahogó...